En este libro, Ariadna nombra lo real y lo hace desde un trazo estético, pensante y experiencial de lo femenino en su devenir histórico hasta nuestros días, que cobra sentido en el mundo de la cultura a través de Esquilo, Sófocles, Ovidio, Nietzsche, Marker, Butler, Malabou, entre otros.
Ariadna nos permite no solo ser humanos en movimiento, en trans, sino también romper los límites que nos imponemos a nosotros mismos cuando nos traicionamos y no nos emancipamos de tantas necedades y construimos el laberinto de nuestro propio encierro. Ariadna acontece como ese pudor que nos sana y nos redime. Ella somos todos, yo, los otros. De allí que sea Ariadna “queer”.