En las trincheras de Stalingrado es una pieza fundamental de la literatura bélica y uno de los primeros textos escritos en la antigua Unión Soviética que aborda con honestidad incontestable el que, probablemente, sea el episodio más importante de la Gran Guerra Patria: la batalla por Stalingrado. El propio comienzo del libro, con una inesperada y humillante orden de retirada, muestra la intención de Nekrásov de alejarse de una narración complaciente y heroica al servicio del régimen. En su lugar, el autor se centra en mostrar el conflicto desde los ojos de sus protagonistas, los soldados. Él mismo combatió en Stalingrado como teniente e ingeniero en un batallón de zapadores, y su experiencia directa en el frente se transformó en la fuente de la que se nutriría este texto, la que dio forma a sus Trincheras, abriéndose paso entre las llamas de la ciudad incendiada, entre el miedo, la sinrazón, la esperanza, la valentía y la obcecada temeridad que llevaron a una generación de soldados a derrochar vida y sangre por cada metro de la helada tierra de Stalingrado.
«En la guerra uno no puede creer en nada más que en lo que tiene delante de sus narices», nos dirá el protagonista; y esa misma máxima es la que aplicará Nekrásov a su escritura. Esa es la razón por la que esta obra es tan impactante: no se eleva a las alturas intentando hallar un sentido al horror inhumano del conflicto; en lugar de eso, se queda en las trincheras, sugiriendo que cualquier significado, de haberlo, está ahí, en las conversaciones y gestos cotidianos, en las horas compartidas, en el día a día de los soldados.