La historia de Helen Keller y Anne Sullivan dio la vuelta al mundo. En 1882, con apenas dos años, Helen quedó ciega y sorda. Hundida en su oscuridad, creció como una niña salvaje y caprichosa. Sus padres, desesperados, buscaron a alguien que les ayudara a educarla. Esa persona fue Anne Sullivan, una maestra que supo encontrar una forma de comunicarse con la niña a través del alfabeto manual, que consiste en
formar letras con los dedos en la palma de la mano de la otra persona. Helen aprendió poco a poco los nombres de las cosas, y a partir de ese momento su vida cambió radicalmente. Las ilustraciones de Ana Juan introducen al lector en el mundo de tinieblas en el que vive la protagonista. En ellas destaca el uso magistral de la
metáfora visual para trasmitir el miedo, la soledad y la frustración, pero también la fuerza interna de los personajes, inmersos en un entorno que gana en detalle y estímulos sensoriales a través de la línea y el color. La historia de Helen Keller sigue siendo un testimonio hermoso y modélico de superación y valentía humanas, que pone de relieve el tema de la integración de las personas con discapacidad. Esta obra rinde tributo a Helen Keller y Anne Sullivan, precursoras de la pedagogía moderna en
el ámbito de la sordo-ceguera y cuya labor ha sido reconocida en todo el mundo.