Aparecido en 1911, nos encontramos ante el texto teórico más difundido de Kandinsky, un discurso estético que desemboca en la práctica de la abstracción no figurativa. Lejos de ser un texto pragmático —no pretende apelar a la razón y al cerebro—, se expresa en un lenguaje de claras resonancias orientales, lleno de analogías, y busca resolver las dificultades de la expresión escrita por medio de asociaciones sensoriales y lingüísticas. Una obra que, gracias a su gran poder comunicativo, ha acabado ejerciendo una influencia profunda e indiscutible.