Han pasado más de tres meses desde los sucesos de <i>Rojo como la sangre</i>. Casi todos consideran que Lumikki Andersson está muerta. Ella, aún con las secuelas del tiro recibido, ha huido a Praga, donde actúa como una joven mochilera más, en mitad de una increíble ola de calor (lo que resulta irónico, cuando Lumikki viene de una Finlandia atrapada en la peor ola de frío en muchos años). Un día, en un café, una chica se le presenta y le dice de buenas a primeras que es su hermanastra. Lumikki es escéptica, pero sabe que en su familia hay muchos secretos, por lo que decide oírla. Poco a poco se harán buenas amigas, y poco a poco la amiga irá introduciendo a Lumikki en un mundo realmente peligroso: el de las sectas, al cual Lumikki se ve arrastrada. Hasta que un día descubre un terrible secreto: los líderes de su secta pretenden organizar un suicidio colectivo de todos los miembros. Y lo que es más: alguien en la sombra planea obtener grandes beneficios de la masacre.