A los quince años, Évariste Galois descubre las matemáticas; a los dieciocho, las revoluciona; a los veinte, muere en un duelo. Trató a Raspail, a Nerval, a Dumas, a Cauchy; vivió la Revolución de 1830; conoció la cárcel, el milagro de la última noche, el amor; y murió al alba en el claro de un bosque. Este es el relato de esa vida fulgurante, de ese crescendo atormentado al compás de furiosas pasiones. Se ha dicho de Galois que fue a las matemáticas lo que Rimbaud a la poesía.
«He hecho algunos descubrimientos relacionados con el análisis. Unos, conciernen a la teoría de ecuaciones; otros, a las funciones integrales. Espero que alguien saque provecho descifrando todo este galimatías.» Testamento matemático de Évariste Galois